Como adolescente inserto en una sociedad, si en un momento me detuviese
a observar lo que ocurre a mí alrededor con mis pares, podría notar que existe una desmotivación por el aprender.
Este es el caso de muchos jóvenes, teniendo incluso las posibilidades de
una institución privada, en el que son particulares los casos de notas altas, y
normales los de notas bajas.
El P.B.I. destinado a la educación es muy bajo y al parecer los medios
de comunicación transmiten más valores que la propia institución educativa; hay
un problema en este proceso de socialización, y es de gravedad.
De este modo y a raíz que nos acercamos a una fecha de conmemoración
como el día del libro, se estudiará la relación de los estudiantes con los
libros, ¿cuánto lee un adolescente?, ¿cree que es fundamental para el desarrollo
intelectual?
Mi opinión es que lee poco, no le interesa demasiado, prefiere
sumergirse en el mundo de la ignorancia. No se interesan los aspectos
culturales, económicos, políticos en el que vive, ese tiempo prefiere
utilizarlo en otras acciones como el relacionarse en una red social, por
ejemplo.
El adolescente
durante ésta etapa de su vida recibe diferentes factores externos al estudio
que pueden producir quiebres en su personalidad y en su día a día en relación
con el aprender. Estos pueden ser por relaciones amorosas, grupo de pares,
familia, u otros ejemplos.
Cuenta un informe realizado por UNICEF que en el caso de la sociedad
uruguaya, los adolescentes perciben que la sociedad no les presta atención y
cuando lo hace se trata de reacciones negativas: la opinión de los adultos es
generalmente discriminatoria o de rechazo.
Esta investigación demostró que sienten
que tienen muy poco acceso a la información, al tiempo que piden ser escuchados
y demandan espacios de comunicación y participación.
El sentimiento generalizado en torno a la educación secundaria según
estudios, es algo que hay que aguantar, algo que aborrece, en otras palabras
“un embole”. En el caso de la lectura de libros, en mí alrededor veo pocas
personas interesadas en ellos con algunas excepciones, pero en líneas generales
un bajo promedio.
Influye en los adolescentes que sus padres sean o no lectores, su
alrededor, el papel de la familia en la educación es fundamental.
En el Siglo XXI con una gran masificación de los medios de comunicación,
Internet ha sustituido a los libros, ha facilitado el alcance de información a
los adolescentes, donde se puede encontrar lo que buscas de manera instantánea.
Para apoyar mi argumentación, mediante
la red social Facebook encuesté a una cantidad de jóvenes y su relación con la
lectura. En el Uruguay tan solo el 30% de la población son jóvenes, es una
población envejecida.
Según los resultados de las encuestas, un 72% de los jóvenes han leído
al menos un libro en los últimos seis meses,
en cambio, casi un 80% habría leído tan sólo un libro en 6 meses, dato
bastante alarmante, y un 16% dos libros.
En el caso del género un 44% leyó
novelas, ellas son muy comunes en jóvenes, es de lo que más le atrae, historias
atrapantes, que transmiten una cantidad de sensaciones.
El 86% de los encuestados, afirmaron que es un factor de gran
importancia para el desarrollo intelectual, es curioso que algunos que ni si
quiera leyeron en los últimos 6 meses, afirmaran esta pregunta.
La relación de los estudiantes con los libros de estudio es buena en un
54% de la población, y a un 24% le resulta mala.
Para evaluaciones, más de la mitad de los adolescentes se apoyan en
apuntes de clases, mientras que el resto se divide entre el material de
internet, y libros o textos.
A pesar de estar bastante dividida, en el caso de la concurrencia a la
Biblioteca Nacional, la mayoría fue la no concurrencia en un 58%.
Gracias a las encuestas realizadas es posible afirmar que el adolescente
estudiante lee, pero poco, no tiene la costumbre de hacerlo. La mayoría es atraída
por novelas, y no libros de estudio, aunque se lleva bastante bien con ellos.
El adolescente es consciente que la lectura ayuda al propio desarrollo
intelectual, pero para las evaluaciones escritas se confía con sus propios
apuntes, sin sostenerse en material de apoyo de libros, o Internet. Más de la
mitad de los encuestados no ha concurrido a la Biblioteca Nacional.
Lautaro Moreno
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